Por María Parra Twitter: @MariaGParraVzla
El film cuenta la historia de Dylan (Michael Huisman), un controlador aéreo que posee el peculiar don de encontrar patrones en las situaciones cotidianas. Su vida se ve afectada luego que por un descuido casi provoca un choque entre dos aviones. Después de este acontecimiento los sucesos comienzan a repetirse todos los días en el mismo orden hasta que son las 2:22 de la tarde. Este misterio se ve, de alguna forma, relacionado con la chica que acaba de conocer y que podría estar en peligro de no resolver el enigma de por qué los eventos suceden una y otra vez.
Antes de empezar a ver la película es importante aclarar que los espectadores no se van a encontrar con un filme de desastres aéreos, tragedias de la naturaleza o posibles escenarios del fin del mundo, si bien su poster da una señal de que podría inclinarse por un accidente entre los cielos, lo cierto es que debe verse con otra perspectiva, de no hacerlo algunos podrían sentirse engañados al terminar de verla.
La película desarrolla lo que en un principio se relaciona a una especie de misterio cósmico, donde los patrones adquieren una gran importancia para el desenvolvimiento de la misma. En ella aparece el clásico personaje (Dylan) que debe buscar las respuestas a los acontecimientos repetitivos que lo rodean, mientras en su vida entra una mujer (Sarah), quien pronto se convertirá en la conocida eterna novia de las tragedias del cine.
Uno de los puntos que no logra llevarse bien con sus espectadores es el guion, hay una mezcla de elementos (los patrones, el universo en sí, el pasado de Dylan y las visiones) que tratan de juntarse para poder contar la historia, sin embargo no todo consigue encajar en una sola pieza, provocando que algunos puntos queden descuidados o dejen dudas al público, especialmente si se trata de aquellas personas que ven los filmes al detalle.
Podría decirse que la película es un suspenso romántico entre Sarah y Dylan, quienes se ven envueltos en una especie de juego del destino, el filme presenta una historia de amor que en su momento te hacen olvidar de qué va la misma, hasta el punto de cuestionar algunos de sus elementos principales. Hay que avanzar en la trama para poder entrelazar los acontecimientos, que para muchos se presentan demasiado tarde.
Los amantes de los libros de Nicholas Spark podrán encontrar en esta película una historia semejante a las del autor, pero en una atmósfera de ciencia ficción, a pesar de que la fotografía y la trama llevan a los espectadores a lo que sería una experiencia mística y científica, lo cierto es que están frente a una cinta romántica que tiene sus aciertos pero que confunde con su dirección.
La banda sonora de la película es uno de sus puntos a favor, se encargan de que los momentos claves estén acompañados de piezas musicales con el fin de que los espectadores luego las relacionen con las escenas, creando un vínculo entre el público y la melodía que aparece en los momentos indicados.
Otro de sus aspectos positivos es el manejo de los planos y movimientos de cámara que logran añadirle ese aspecto de suspenso y ansiedad a la película, los cuales tienen su mayor peso en los patrones que ocurren cada día hasta las 2:22 p.m.
Pese al esfuerzo de Currie por realizar un filme romántico cósmico de suspenso, la película no logra su cometido. 2:22 es una película que podría llevar otro título, tal vez premonición, el destino nos alcanza o vidas entrelazadas, tal vez hubiese sido mejor.
Ficha Técnica:
Director: Paul Currie.
Reparto: Teresa Palmer, Michiel Huisman, Remy Hii.
Guión: Todd Stein y Nathan Parker.
Género: “Suspenso”.
Música: Lisa Gerrard, James Orr.
País: Estados Unidos, Australia
Duración: 99 min.
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