Por Ángel Silva-Arenas
Desde la semana pasada, el público venezolano puede disfrutar del largometraje nacional Uma, dirigido por el director Alain Maiki, protagonizado por la actriz y modelo Alexandra Braun y el actor Orlando Delgado. El elenco lo complementan Pedro Medina, Henry Zakka, la actriz española Ana Turpin y los primeros actores italianos Fabio Bonini y Aniello Nappi.
Este film es una historia de amor que deriva en un drama psicológico de la protagonista, una joven y bella artista que trabaja en un taller donde realiza vitrales, cuya vida pasada parece está determinada por ausencias que limitan su presente. Uma vende a los ojos de muchos la imagen de una mujer independiente y liberal, pero en el fondo es un ser atrapado por sus propios miedos e inseguridades que la frenan a la hora de tomar decisiones trascendentales.
Su pareja es un escritor que decide, luego de cierto tiempo como novio, proponerle matrimonio, un hecho que se convierte en el detonante para que Uma explore -a través de una travesía en su inconsciente- sus temores más definitivos, esos que les impiden afrontar riesgos, asumir que la vida no es siempre como a ella se le antoja y que aceptar la realidad es la mejor manera de seguir adelante, sentirse libre y en paz.
Un accidente es el pretexto para que los protagonistas y sus interioridades hagan de las suyas en la mente del espectador, quien entrará en un juego de fantasía y realidad en el cual –en un momento- deberá poner un límite si no quiere asfixiarse. Un argumento que nos invita a reflexionar acerca de la necesidad de asumir sin complejos y ansiedades los bemoles que el destino nos presenta.
Uma, una historia de amor y miedos
Material Cultural los invita a contemplar esta creativa propuesta cinematográfica donde resalta la brillante interpretación de Alexandra Braun, quien no en vano se hizo acreedora del premio como mejor actriz en el Georgia Latino Filme Festival, así como también destaca la excelente fotografía y dirección de arte, donde la belleza de los paisajes de la Costa de Amalfi y Florencia, hacen que nos enamoremos de Italia y, por supuesto, del cine nacional y sus innovadores discursos.
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