Por María Parra – @MariaGParraVzla
El séptimo arte es para algunas personas no solo un simple pasatiempo sino una forma de ver la vida. Muchos cinéfilos ven retratados en él la realidad mágica e insólita de las calles de nuestra Caracas, así que no es de extrañar que viendo alguna película alguien diga: “esto se parece a la ciudad”, una semejanza donde la violencia y el dramatismo están a flor de piel.
La ciudad capital no podría encasillarse en un solo género del cine, a pesar de que sus calles se ven desbordadas de rojo, y no necesariamente por alguna ideología política. La violencia y la agresividad no son sus únicas características. Algunos podrían calificarla como una cinta de horror, por los monstruos que todos diariamente tenemos que sortear transitando en ella, esos que ya conocemos y que hemos visto representados en el filme Los Extraños del director Bryan Bertino.
Algunos dicen que el Distrito Capital tiende más a ser un largometraje de suspenso y lo cierto es que su musicalización, donde abundan sonidos de mototaxis, 9 milímetros y gritos de auxilio, podría darle esa clasificación o quizá por qué no, la de thriller policial. Sin embargo, no se puede negar tampoco los colores y alegrías que se viven en sus calles; las historias heroicas de ciudadanos que ante la violencia y crisis actual hacen de Mujer Maravilla o Superman.
Tras la sombra de Birdman
Quien haya visto Birdman recuerda un filme que se mezcla entre los extraño y lo mágico, entre la tragedia y la comedia, una cinta donde Iñárritu apostó al humor negro y salió victorioso tras contar las miserias de sus protagonistas. Los caraqueños que vivieron esa Dolce Vita, de hace más de veinte años, parecen ser otro Michael Keaton en sus horas bajas, que es perseguido constantemente por esa gloria de aquellos tiempos por una especie de superhéroe, en estos casos para los ciudadanos, quienes los persigue es una figura de una mejor vida, de tiempos con una economía estable, enseñando y repitiendo, como dice la reconocida cinta, la inesperada virtud de la ignorancia.
La película es un relato que tantea entre lo real y lo fantástico, entre la psicopatía y la desesperación, entonces; ¿no son todos los caraqueños parte de una historia narrada por el propio Iñárritu? Los ciudadanos se mueven en una selva de concreto donde los años dorados y grandes sueños parecen carcomer sus mentes mientras de alguna forma tratan de salir adelante, con una especie de ego absurdo que se transforma en la droga necesaria para no caer en la desesperación que rodea a los habitantes de Caracas.
¿Juegos del hambre, La Purga o La La Land?
Es difícil encasillar a Caracas en un solo ambiente, en el marco de un par de horas pueden librarse batallas de supervivencia como en Los Juegos del Hambre, crimen desmedido y justicia ante la anarquía como en La Purga -en horas de la noche- o incluso vivirse grandes historias de amor con la intensidad de La La Land esa misma tarde, ese es el tipo de complejidad que tiene esta ciudad.
Quizás no todos comparten los rasgos faciales de Emma Stone ni las de Ryan Gosling, pero cada persona que hace su vida en Caracas comparte aspiraciones como la de los personajes que, por cosas de la vida más la ciudad misma y la crisis actual, se ven puestos en juego o desplazados, algunos incluso terminan por apostar a ellos dejando aquellas relaciones a un lado, llegando a un momento donde miran todo en retrospectiva preguntándose: ¿cómo habría sido todo si tan solo las cosas hubieran sido un poco diferente?
Quienes han visto La Purga inmediatamente identifican en sus escenas a la ciudad de Caracas, solo que en este caso no hay límite de horario para cometer los crímenes, ni tampoco un aviso que anuncie cuándo ha dado comienzo la anarquía absoluta. En la película los personajes que están en contra de ese “festejo” argumentan que la mayoría de los afectados son indigentes o personajes de bajos recursos, en el de Caracas, La Purga que realiza la delincuencia y sus soldados no les importa edad, sexo, pensamiento político o alguna característica en particular.
Lo irónico de la situación es que en el caso de los caraqueños, en estos últimos tiempos de protestas en contra de Nicolás Maduro, se sienten más seguro con aquellos que portan máscaras, al contrario que en La Purga, aquí los enmascarados son héroes que se encuentran en una batalla con notable desventaja, donde los uniformados atacan con lacrimógenas, perdigones y hasta balas los escudos de cartón de los que hoy se llaman Resistencia.
Civil War: El amanecer de la justicia
Si bien la ciudad no tiene los personajes de ficción de Marvel, la división que se vive en la película de superhéroes es palpable en sus ciudadanos, hay confrontaciones entre chavistas y opositores, entre los que apoyan las trancas y los que no, entre vecinos y Guardia Nacional, entre quienes marchan y los que deciden no hacerlo, entre los mismos rojos, incluso en la propia MUD; no es de extrañar salir a la calle y encontrarse con confrontaciones que van a parar incluso en los puños.
La guerra es palpable, incluso a niveles insólitos, sino basta preguntar a los heladeros de las zonas de Las Mercedes y Chacaíto, quienes ven con malos ojos a funcionarios de seguridad puesto que su mercancía –y hasta ganancias- han sido robadas por quienes deberían cuidarlos como ciudadanos.
Aunque en Caracas no se cuente con superhéroes lo cierto es que las explosiones, persecuciones, combates épicos y demás están presentes. Lugares como residencias Los Verdes, Chacao, Terrazas del Ávila o la Autopista Francisco Fajardo, se han convertido en la representación exacta de aquellos finales apocalípticos que acostumbra el universo cinematográfico de DC.
En el caso de la ciudad, todo se tiñe de una fotografía de tonalidades oscuras que afianza el drama y suspenso de la situación, en medio de la guerra civil que se vive, jóvenes junto a ancianos, mujeres y hombres, personas en perfecto estado de salud y lesionados, se unen en batalla contra una legión que parece no tener fin, no hay personas con súper poderes pero el hecho de enfrentarse de esa manera contra uniformados armados y tanquetas, es lo que precisamente los corona hoy como héroes.
Los caraqueños trabajadores, estudiantes, amas de casa, madres, padres, hijos únicos salen a las calles sin darse cuenta que lo hacen con las mismas palabras que Steve le dice a Diana, Wonder Woman, antes de partir: Quizás no pueda salvar el mundo, pero hoy puedo salvar el día.
Un plano secuencia absurdo
De aplicarse un plano secuencia en la ciudad de Caracas, el resultado sería difícil de clasificar en un solo género, basta con empezar en Los Palos Grandes para ir por un recorrido gastronómico entre sus restaurantes para deleitar a los espectadores como en la película Julia & Julia, pero a solo unos segundos también se grabarían en un primer plano a personas comiendo de la basura de dicho local, colocándonos en lo que sería una tragedia.
Pese a todo en este plano secuencia se graban sonrisas, los caraqueños se burlan de sus desgracias, de no conseguir ni siquiera un pan, algunos hacen chistes con la resistencia del billete de Bs 100 que parece aguantar más que el propio gobierno de Nicolás. Si se camina un poco más, hacia Chacao por ejemplo, se encuentran escombros, basura quemada y restos de una batalla campal como en 300, que pese a todos los contras no es una victoria para los represores, aunque tampoco es una derrota.
Trasladándose hacia el oeste el plano secuencia se torna aún más absurdo, se ven los portones de urbanizaciones tumbados por tanquetas, marcas de bombas lacrimógenas en las paredes e incluso madres que aun lloran a sus hijos que fueron detenidos sin orden alguna, mientras que a solo unos pasos puede encontrarse a una señora viendo al primer mandatario en su televisor diciendo que son “un gobierno de paz”.
Ni esto ni lo otro
Caracas no es ni Sin City ni La Ciudad de las Estrellas, es una mezcla de ambas entre la tragedia y la comedia, con una banda sonora que apuesta a la nostalgia, es el ambiente donde el amor y la desgracia son contadas como una sola, en ocasiones pareciera ser Quentin Tarantino quien está detrás de ello y en otras Martin Scorsese.
A pesar de las circunstancias igualmente los ciudadanos se levantan cada día para hacer su vida en la selva de concreto que no tiene misericordia con sus habitantes, algunos portan máscaras para engañar a los demás sobre su verdadera situación, otros para enfrentar a quienes los humillan, el caso es que para muchos el impulso de seguir son sus ideales, y como dijo una vez V “bajo esta máscara hay algo más que carne y hueso, bajo esta máscara hay uno ideales, señor Creedy, y los ideales son a prueba de balas».
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