Maria Christina Silva-Arenas
Desde el 16 de marzo de 2020, vivimos a nivel nacional un estado de alarma con una cuarentena, la cual nos obliga a quedarnos en nuestras casas. Sólo debemos salir para abastecernos de alimentos y medicinas. Existe un quantum de trabajadores y profesionales que, dada la naturaleza de su ejercicio, deben laborar, como quienes están llamados a resguardar y salvar nuestras vidas, mantener el orden público, posibilitar el suministro y traslado de alimentos y los proveedores de servicios básicos. Son ellos quienes pueden garantizarnos a todos, la vida y la calidad de la misma.
Este estado de alerta, en mi rol de Directora Ejecutiva de Gestión Urbana del municipio Chacao, y en la línea de gestión del alcalde Gustavo Duque, ha generado un proceso de reflexión personal, determinado por estas interrogantes: ¿están nuestras ciudades preparadas para afrontar este tipo de situaciones? ; ¿han sido planificadas tomando en cuenta eventos signantes como los presentes?
Allí va mi reflexión en este momento, cuando vivimos una situación impensable para muchos, validamos con hechos lo difícil que en muchos casos nos lo pone la ciudad en que vivimos. Específicamente una ciudad como Caracas, donde la mayoría de sus habitantes, por muchos años han mantenido la postura, de que el área urbana la que le brinda mejor calidad de vida y lujo, es aquella donde la vivienda está aislada de las actividades que necesitamos para poder vivir con dignidad.
Es en estos momentos, en estos eventos, cuando tenemos una crisis de salud, por no hablar de servicios básicos como agua, energía eléctrica y combustible, cuando valoramos supremamente el tener cerca una clínica, un supermercado, una panadería, una farmacia. Existen actualmente muchas personas de la tercera edad, que ni siquiera pueden salir por sus propios medios, caminando, para hacer sus compras básicas o buscar una medicina ya que la distancia que tendrían que recorrer se hacen atroces para sus condiciones motrices.
Vemos sin embargo, como en algunos lugares de nuestra ciudad la situación ha sido mas llevadera, porque la mezcla de los usos permite a los ciudadanos dotarse de comida y de los artículos de primera necesidad con solo caminar algunas cuadras.
Debemos reflexionar y pensar desde ya en cuál ha sido la enseñanza desde el punto de vista urbano y de la planificación de nuestras ciudades que ha generado el COVID-19 como situación colectiva y citadina.
Desde el punto de vista económico, si queremos que nuestro municipio pueda salir adelante, en este momento se nos hace cuesta arriba, ya que con el 90% de los comercios sin actividad, no se generan impuestos, que puedan ser reinvertidos en los programas sociales, en el mantenimiento del área urbana, en el pago de los empleados municipales. En fin, no existen recursos, debido a que más del 70% de nuestro municipio es netamente residencial.
Amigos llegó la hora en que entendamos, que de una manera organizada, respetuosa y armónica se debe dar un vuelco, donde la vivienda, los comercios, no solo los comercios de consumo, sino también los de producción a pequeña escala de bienes, servicios y empleos, deben convivir.
Y lo último, pero no menos importante es convertirnos en un municipio responsable con el medio ambiente y comenzar a ser un municipio sustentable, donde incentivemos el uso de energías renovables y nos convirtamos en un ejemplo en el manejo de materiales reciclables.
Señores estamos a tiempo. Demos un paso adelante y en la adversidad salgamos adelante para un mejor municipio, un mejor país y un mejor planeta.
María Christina Silva-Arenas
Esp. Planificación Urbana Estratégica
Mención: Ciudades Sustentables
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