Por Ana Pieters
El planeta tierra tiene 4.543 millones de años, además posee un radio de 6,371 km y, por si fuera poco, su población es de más de 7 mil millones de personas. Aunque todo esto son cifras, nos dan una pista de la cantidad de variables que pueden coexistir en este mundo, nadie es igual al otro. Hasta los gemelos más parecidos pueden ser identificados por sus huellas dactilares.
El Miss Universo siempre ha sido motivo de debates y opiniones encontradas, comenzando por el nombre del concurso. Sabemos que todo viene de la concepción del ego humano que piensa que somos los únicos en un universo infinito. Por favor raza, a estas alturas del partido no se puede creer que en algo tan inmenso estemos solos. Eso es peor que los europeos, pensando que eran los únicos, sobre todo porque hemos avanzado bastante.
Este año el certamen ha cambiado muchísimo y es algo que se vio desde un principio. No solo por el tono feminista que le imprimieron, acertadamente, sino porque también eligieron a Ashley Graham como presentadora. Esta modelo plus size no entra en los estándares de belleza que exigen las grandes casas de moda y está siendo muy exitosa mostrándose como una mujer real.
Desde 1952, con la fundación del concurso, la belleza se estableció en 90-60-90. Medidas perfectas para la mujer perfecta. Sin embargo, 64 años después nos hemos dado cuenta que esta concepción ha fracasado estrepitosamente a lo largo de la historia.
El mundo de los concursos de belleza y la moda están manchados por historias oscuras sobre trastornos alimenticios, corrupción y miles de víctimas a su paso, ya era hora de intentar lavarles la cara. Por supuesto no se puede dejar de lado lo que todo el mundo piensa de las misses y modelos, que carecen de materia gris.
Referentes en la sociedad
Millones de chicas en todo el mundo quieren participar en concursos de belleza y ser como sus ídolos de las pasarelas. Esto ha traído mucha controversia por las exigencias a las que se tienen que someter, comenzando a veces desde niñas para lograr “moldearlas”.
Es perfecto un mensaje como el que vio el mundo con este nuevo Miss Universo. El feminismo reinó en su máximo esplendor. Porque eso mis amigos, es feminismo.
Buscando empoderar a las mujeres, mostrándolas como seres humanos y no como diosas perfectas que nada tienen que ver con la realidad del día a día. Además todas las elegidas para pasar al top 13 eran exitosas, profesionales con carreras interesantes y buen desenvolvimiento con las palabras.
Muchas personas criticaban las historias de vida de esas concursantes. Que si eran muy trágicas, que las eligieron por ser sufridas, que hay que enviar representantes a las que les hayan pasado cosas malas, y así tantas cosas que dejan en evidencia lo mal que está la sociedad.
El mensaje que se envía de concursantes con historias reales, que a pesar de las dificultades siguen adelante y logran sus sueños, además estudiadas con proyectos increíbles para ayudar y transmitiendo tanta seguridad hablando abiertamente de las grandes cosas que pueden lograr las mujeres, es lo que las niñas necesitan. Modelos de vida, no solo belleza vacía.
Quizás lo más repetido fue “ya no se puede ser banal por un día”. Bueno si la representación de la banalidad no es ver mujeres con trajes elegantes, desfilando en traje de baño y derroche de lujo, entonces que alguien me diga qué es banalidad.
Por cierto muy desafortunado los que pedían que el presidente Donald Trump volviera a comprar el concurso.
Ashley Graham
Miss Canadá
Lo que más generó “polémica” fue la clasificación de Miss Canadá, Siera Bearchell, al top 13 y luego al top 9. En reiteradas ocasiones se dijo que estaba gorda, que no llegaría lejos, que no era sana, hasta se pudo leer que no era justo con las otras concursantes que sí se habían esforzado.
Días antes del concurso esta canadiense de 23 años colocó un mensaje muy alentador en su Instagram luego de que en una conferencia de prensa la llamaran gorda:
«¿Qué se siente ser más grande que las demás?” Esto fue lo que me preguntaron en una conferencia de prensa. Me quedé sin palabras. Y pensé, ¿cómo se siente ser yo misma?, ¿qué se siente ser así de segura como lo soy?, ¿cómo se siente cumplir mi sueño de representar a Canadá en Miss Universo?, ¿cómo se siente ser un modelo a seguir para las mujeres jóvenes que tratan de encontrar su camino?, ¿cómo se siente redefinir la belleza? Mi respuesta fue: “Se siente muy bien”
Esperemos que semejante respuesta tan contundente y con una muestra de lo segura que es esta chica, haya hecho reflexionar a los periodistas mal intencionados que la atacaron sin razón alguna.
Después del concurso salió a la luz un vídeo colgado en Instagram donde las concursantes latinas, entre ellas nuestra Miss Venezuela, estaban comiendo y la flamante Mariam Habach dice:
“Estamos comiendo para engordar y ver quién gana ahora”
Luego de todo lo sucedido debemos preguntarnos qué tanto ha avanzado la sociedad, cuál es el principal problema, por qué es tan difícil destruir los prejuicios que dañan.
Ya la belleza no es solo estar en ciertas medidas o con gran estatura. Ahora estamos entendiendo que también es ser inteligente y trabajar duro para lograr las cosas. Las misses dejaron de ser perfectas para mostrarse como humanas, o al menos eso es lo que quiere transmitir el Miss Universo de ahora en adelante.
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Los concursos ya no buscan a las rubias, rubias, Osmel debe empezar a entender eso.