Por Ana Pieters

A propósito de La Divina Pastora

Diferentes religiones le rinden culto, algunas de ellas cambian su nombre para no utilizar los mismos del catolicismo y se le venera a lo largo y ancho de la tierra. La Virgen María es reconocida por ser la madre de Jesucristo, progenitora del Rey de Reyes; lo que ha valido infinidad de advocaciones alrededor del mundo.

En Venezuela no es la patrona de la nación la que tiene más feligreses. Contrario a toda Latinoamérica, que siguiendo su tradición cristiana impuesta por la corona de Castilla, lleva en la sangre esa evangelización que comenzó con el descubrimiento y sigue a lo largo de los siglos. Para ellos su virgen más importante es la que identifica a todo el país.

La procesión de la Divina Pastora, en Barquisimento, estado Lara, es la tercera peregrinación Mariana más grande del orbe. Millones de fieles se dan cita en el Santuario de Santa Rosa para esperar la salida de La Pastora y acompañarla en el recorrido de 7.5 kilómetros hasta la Catedral de Barquisimento. Esta peculiaridad la hace única en América, ya que sale de su recinto para realizar el recorrido en hombros de los creyentes.

Gente de todas las clases sociales, algunos religiosos y otros no tanto, la veneran cada 14 de enero. Muchos van a pagar promesa por los favores recibidos, otros van a pedir ese milagro que quieren sea concedido, algunos simplemente van a admirar aquella escena de fe que, por un momento, entre el color y el calor, hace creer hasta al más ateo.

En nuestros genes está el pensar que ir a misa es bueno y el que no asiste está condenado. Pero si a eso vamos, Francisco Franco se la pasaba en la iglesia y eso no lo hizo ni menos dictador ni menos asesino. Y así, un sinfín de dictaduras militares en Hispanoamérica fueron apoyadas por la iglesia católica.

El dictador va a misa, redime sus pecados y sale siendo menos asesino. Mientras que el ciudadano agobiado que ha perdido la fe y no pisa ni la puerta de la catedral, es más pecador que su agresor.

Con este ADN tan raro que poseemos no es de extrañarse que las costumbres bonitas y coloridas, como las fiestas religiosas, se hayan convertido en el perfecto medidor de la fuerza política de este pedazo de tierra llamado Venezuela.

Se estima que más de cuatro millones de personas realizan la procesión de la Divina Pastora. Si un líder político puede caminar tranquilamente entre tanta gente, entonces quiere decir que los feligreses están con él o ella. De lo contrario se le haría difícil poder transitar y manifestar su fe de manera pacífica.

Esto se traduce en una intensa campaña político-religiosa, vergonzosa para todos, que intenta traer de su lado la esperanza de un cúmulo de seres humanos desesperados buscando un mesías salvador para la tierra que ha caído en desgracia. Por otra parte, los reyes del lugar, que no son profetas en su tierra, a través del dinero público, construyen monumentos para competir más fuerte en la carrera de hacerse con los fieles suficientes para la batalla.

No se trata de restar importancia a una religión o atacarla, se trata de coherencia política y desligar las dos cosas que más daño han hecho al planeta. El fanatismo religioso y el fanatismo político. Crean odio, separan familias, Estados y naciones. Causan muerte y devastación. Muchos son retrógradas y no se dieron cuenta que ya todo cambió.

La fe es algo que cada persona lleva por dentro, en su corazón, sin ser obligada a nada. El mundo se caracteriza por tener diferentes culturas y creencias, la riqueza de la espiritualidad existe en cada quien a su manera y la manifiesta como mejor le parezca, sin causar daños a terceros.

De esta misma forma hay que respetar las celebraciones religiosas, dejar a un lado la política en ellas, darse cuenta que la mayor muestra de aprecio por los feligreses y su Pastora es simplemente no intentar medir fuerzas a costa de ellos. Al fin y al cabo esto de nada servirá en una sociedad que está cada día más resquebrajada.

Son los mismos católicos quienes deben parar a tiempo a los que intentan usarlos. Pero, como todo es una espiral, al que busca evitar la profanación de los templos entonces se le acusará de estar con el contrario y hay que ser políticamente correcto, nadie quiere eso.

Si tienes baja popularidad en Hispanoamérica, ve a la iglesia, si ya nadie te cree saca un crucifijo, si quieres ganar la elección aparece en una foto con el cura, si todavía no logras nada consigue una entrevista con el Papa; y si todo esto no da resultado, entonces la sociedad por fin habrá cambiado.

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