Por Ángel Silva-Arenas

En tiempos turbulentos como los que nos ha tocado vivir, donde la adversidad es una de  sus principales características, la resiliencia constituye una buena opción para manejar las presiones cotidianas y  hacer frente a los contratiempos que a veces nos toca lidiar.

En lugar de paralizarnos, culpar a los demás, violentarnos o lamentarnos, tenemos otra opción, una más asertiva y productiva. ¿Cuál? Situarnos y orientarnos en la nueva realidad y adaptarnos a los cambios que ésta supone. Para ello hay dos rasgos esenciales que debemos potenciar; el primero, la flexibilidad, el segundo, la confianza que esas adaptaciones tendrán sus frutos.
La psicología de la resiliencia apuesta por estas conductas, en las cuales la creatividad, la inteligencia emocional, el optimismo, la fortaleza y la resistencia al estrés son fundamentales para salir fortalecidos de los cambios.
Ser resiliente es ser capaz de  recuperarse de acontecimientos significativos que, a primera impresión,  parecen ser demoledores, hasta el extremo de poder convertirnos en víctimas. Los sujetos resilientes,  cuando experimentan alguna de estas circunstancias, se permiten sentir rabia, miedo, pena o cualquier otra emoción, sin embargo, no se quedan atrapados en ellas, aprovechan la adversidad para reconducir su vida,  para lo cual  utilizan sus propios recursos.
Si presentas alguna de estas características, puedes estar en este favorecido grupo de personas, a quienes -como dice el refrán-  no se les enfría el “guarapo” para seguir adelante:
  • Al encontrarte con un problema, eres capaz de analizar la situación y detectar su casua para no repetir la historia.
  • Eres creativo, utilizas la imaginación y tomas la iniciativa para buscar soluciones.
  • Mantienes la calma y manejas las emociones.
  • Tienes confianza en ti mismo.
  • Eres empático, te colocas en los zapatos de los demás, lo que te permite saber interpretar sus emociones, comprender lo que sucede a tu alrededor y actuar en consecuencia.
  • Mantienes la motivación alta.
  • Te ocupas, no te preocupas.

 

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