Por Ángel Silva-Arenas. Fotografías: 800christy 

La feminidad coquetea con el arte y la belleza, más aun cuando quien la asume conoce con propiedad y academicismo esa fórmula mágica que, a la par de brindar goce estético y placer, nos conmueve y apasiona.

Ese es el caso de María Teresa Aristeguieta, ejemplo de excepción de esa mujer contemporánea que busca en sus creaciones proyectar las raíces y el misterio de esta Tierra de Gracia, diseñando más que carteras, piezas utilitarias de contemplación, que le dan a quien las usa la posibilidad de ufanarse por mostrar al mundo algo más que moda.

Y es que para ella la moda es un concepto serio, que trasciende la tendencia y la frivolidad para enmarcarse en un estilo de vida que -con paso firme y certero- cruza con plenitud los senderos del arte. Tal vez por ello, compartiendo el criterio de Lipovetsky en el Imperio de lo Efímero, nos explica “… la moda no es solamente la indumentaria sino implica una lógica, una estructura que se integra al mundo y sus hábitos de consumo. Ha creado ideales, como aquellos que nos alientan al bienestar, a la búsqueda de la felicidad. Para mi entender la moda nos ayuda a disfrutar la vida, creando democracias mas cool y flexibles, permitiendo a todos la posibilidad de acceder a una variedad de apreciaciones estilísticas y estéticas, donde cada quien asume la que va con su modo de ser”.

Opiniones propias de una dama versada en estas lides, pues como pocas diseñadoras venezolanas, esta grandilocuente conversadora, estudió Museología en L’Ecole du Louvre, París, Francia y, posteriormente, Diseño en la Academia Brivil, en Caracas, Venezuela, formación que junto a su tradición familiar por las Bellas Artes, han delineado su ingenio.

Una pasión heredada

Su casa es, definitivamente, una oda al arte, a la belleza, a la contemplación. Un residencia con aire de hogar, pero de esos que te hablan de tradición, de buenas costumbres, de interesantes e inteligentes tertulias, de cultura, de mundo. Un lugar creado a su imagen y semejanza, su oasis en el planeta.

“Se puede decir que nací en un museo. Mis abuelos eran coleccionistas, en mi casa cada objeto tenía su historia, entonces yo me detenía a observarlos, a admirarlos buscando qué había detrás de ellos, eso me despertó la curiosidad por el arte, amén de lo sentimental que esa aproximación supone”. Por su parte, sus padres preferían llevarla en vacaciones a las grandes capitales, de modo tal que la niña Aristeguieta antes de conocer el mundo Disney cayó embelesada ante lo hermoso de Budapest.

Para ella su hogar y los miembros que lo conforman son lo primero. “Mi familia ha jugado un rol determinante en mi vida. Mis hijas y mi esposo son partes fundamentales en ella. Somos un clan, donde la comunicación, la complicidad y el afecto forman parte de nuestro credo”.

Sus padres también hicieron lo suyo y, como ella mismo lo afirma el ADN está presente en todo lo que hace. “Definitivamente fueron un gran ejemplo. Mi madre fue una mujer de un gusto exquisito, con una inteligencia aguda, quien me enseñó el lado refrescante y sencillo de la vida. De mi padre heredé la disciplina, la honestidad y la rectitud, siempre me decía que no hay que tomar atajos, hay que recorrer los caminos”, expresa con orgullo nuestra entrevistada.

Ese oscuro objeto del deseo

Así como para Luis Buñuel en su película Ese oscuro Objeto del Deseo, Conchita –la protagonista- y su lencería representan la tan ansiada pretensión masculina, para cualquier fémina que se preste una cartera significa lo mismo. Y es que este lúdico y obsesivo accesorio forma parte esencial de su universo, él es su confidente, el depositario de sus tesoros más preciados, la envidia de sus amigas, su carta de presentación, en síntesis: una suerte de su alter-ego que Aristeguieta con su firma ha sabido imprimirle un aire de vanguardia y sofisticación.

Quizás por todos estos atributos, un buen día, hace catorce años, María Teresa decidió tomarla como pretexto para hacer alquimia, empleando para ello dos de sus grandes pasiones, el arte y la moda. “La relación entre estos dos mundos es muy estrecha. Ambos son medios de expresión muy poderosos, no solamente te permiten la prerrogativa de crear sino de brindar una experiencia de deleite y contemplación”.

MTA Bags: de Venezuela para el mundo

Bajo esta filosofía creó su firma MTA Bags, cuya línea de productos exaltan la originalidad, la audacia en los detalles, el trabajo artesanal, la atemporalidad del diseño y la calidad, pero sobre todas las cosas; el amor por lo nuestro. Una emprendimiento alimentado por sus sempiternas musas, esas que inspira al artista como los paisajes, los amaneceres, las lunas llenas, los estados anímicos, los olores, la paleta de colores de un pueblo, un lienzo, una melodía.

Diseña para una mujer segura, que sabe lo que quiere, “…para la fémina que no tiene complejos, que es atrevida, cosmopolita con visión de mundo, que asume la cartera como una joya y la usa para distinguirse”.

Por algo sus carteras pueden ser catalogadas como piezas de lujo, de esas que merecen ser exhibidas en un museo, lo cual para Maria Teresa tiene una justificación. “Para mí el lujo es una sensación, lo asumo como una forma de expresión genuina de bienestar existencial. Es por ello que diseño no para el que necesita una marca para proyectarse, sino para el que busca una pieza con la que se sienta a gusto, y lo diferencie, proporcionándole placer hacia lo bello”.

El producir en serie, ese afán propio del consumo postmoderno no va con ella. Como buen artista, sus carteras son piezas únicas en ediciones limitadas, pues así como el pintor toma el lienzo y las pinturas para representar ese algo que le obsesiona, María Teresa toma una idea, una y otra vez, la dibuja, la recrea en materiales y accesorios, les permite hacer lo suyo, expresándose en ese artilugio femenino que seduce a más de una. Es por ello que observar el proceso de elaboración de cada cartera MTA es adentrarse a una aventura exclusiva de filigrana, dedicación y sutileza.

Su recorrido en el mundo del diseño lo ha hecho a su estilo. “Como mi madre me decía: tu haces las cosas al revés. Y esto también sucedió con mi negocio. Yo empecé a vender mis piezas en el exterior, primero gané un nombre y un mercado afuera y luego lo hice aquí. De igual modo pasó con las fórmulas de comercialización primero entré a los museos, donde la gente empezó a adquirir mis carteras y luego vinieron las maneras convencionales”, nos explica.

Un recorrido que le ha dado grandes frutos. Uno de ellos el premio que obtuvo en la Séptima Edición de los Independent Handbag Designer Awards, que reconoce el trabajo de diseñadores originales y emergentes en el campo de las carteras y bolsos y que es organizado por la prestigiosa revista InStyle.

En este concurso, celebrado en el 2013 en el Teatro de la Escuela de Artes Visuales en Nueva York, y donde participaron más de siete mil diseñadores de todas partes del mundo, María Teresa se alzó en la categoría de bolsos socialmente responsables. Un premio dedicado a los artesanos venezolanos que forman parte de su taller, en el cual la madera y las texturas de nuestra tierra hacen lo propio.

Sus piezas son definitivamente icónicas, tienen en su esencia el gentilicio del Alma Llanera, ese que está presente en sus materiales, colores y formas. Son carteras que muestran con orgullo ese Made in Venezuela, que María Teresa engrandece con la visión de una artista que tomando como referencia a su tierra lo nutre con la universalidad de la cultura.

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