Por Ángel Silva-Arenas

Desde hace unas semanas, la cartelera cinematográfica nacional cuenta en su oferta de películas, con el segundo largometraje del realizador Caupolicán Ovalles, titulado Muerte en Berruecos, basado en el asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, un hecho histórico y político acaecido en junio de 1830, que este apasionado director y productor audiovisual plantea bajo un discurso investigativo y de suspenso.

Una película que llama la atención por el ritmo de thriller policial con la que se cuenta el homicidio de este influyente prócer latinoamericano, durante su viaje de regreso de Bogotá a Quito, luego de discutir temas sobre la adhesión de Venezuela a la Gran Colombia y que, producto de una emboscada en Berruecos, termina con su trágica muerte.

El espectador se ve entonces envuelto en una trama de intrigas y traiciones producto de los intríngulis propios del poder, que lo seduce a develar los enigmas de la muerte de Sucre, invitándolo a buscar las piezas sueltas de un rompecabezas que va armando conforme avanza la investigación que lleva a cabo el fiscal militar asignado al caso, el Mayor Alejandro Godoy (interpretado por Luis Gerónimo Abreu), a solicitud de los dirigentes del régimen de turno y cuyas resultas, como cosas de un destino amañado, terminan siendo tergiversadas, calladas y sepultadas.

Con un bella fotografía, donde los paisajes de los páramos andinos venezolanos y las zonas coloniales de Panamá y Quitó destacan, así como una cuidada puesta escenográfica, esta cinta contó con el último trabajo del recientemente fallecido cineasta Diego Risquez, quien imprimió ese sello tan particular que lo definía.

A nivel actoral destacan las actuaciones de Luis Gerónimo Abreu, Laureno Olivares, Malena González y Antonio Delli, no así la de Augusto Nitti, quien recrea a un Sucre frágil y poco convincente. El estilismo es uno de los aspectos menos cuidados en esta producción que merece ser vista para entender que, una y otra vez, como dice la canción que popularizara la Lupe…cada quien cuenta la historia a su manera.

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