Por MaterialCultural
El Paraíso es, sin lugar a dudas, una de las urbanizaciones más antiguas y emblemáticas de la parte oeste de nuestra ciudad capital; Caracas. En otrora una bella zona residencial, con hermosas quintas, tipos chalets -de esos que se encontraban en el siglo XIX en las afueras de París- y avenidas llenas de árboles, donde las más rancias y acomodadas familias vivían con tranquilidad y sosiego. Con el tiempo, los comercios, las construcciones no planificadas, la inseguridad y el congestionamiento vehicular hicieron de la suyas y el caos se apoderó de su cotidianidad.
Sin embargo, pese a este anárquico panorama, encontramos todavía algunos íconos emblemáticos, cargados de arte, espectacularidad y sensualidad que nos invita a visitar esta populosa parroquia. La estatua de La India, punto de encuentro de cuatro avenidas (Páez, O´Higgins, Teherán y Principal de La Vega), es uno de ellos, una fémina con un cuerpo escultural que divisa, desde su cúspide, una urbe agobiante y desesperada.
Su nombre real es “Monumento a Carabobo”, en un principio estaba ubicado cerca del antiguo hipódromo de El Paraíso, en lo que actualmente se conoce como la Avenida Páez.
Conociendo su historia
Su construcción fue ordenada por el Presidente Cipriano Castro, pero luego de su derrocamiento el “Benemérito”, Juan Vicente Gómez, se encargó del proyecto, asignándole su elaboración al escultor Eloy Palacios.
En un inicio estaría en el Campo de Carabobo, en Valencia, pues se mandó a realizar para conmemorar la Independencia de Venezuela, pero finalmente se decidió colocarlo en El Paraíso, inaugurándolo Gómez el 5 de julio de 1911.
El monumento cuenta con una base de rocas que representan el territorio liberado por el Padre de la Patria, Simón Bolívar. En las piedras se sitúan tres figuras que simbolizan las tres repúblicas que integraron la Gran Colombia: Nueva Granada (Colombia), Ecuador y Venezuela.
En la parte alta se puede ver a una indígena que surge de las hojas de metal de una palmera, en nombre de la libertad. Dicen que la mujer que sirvió de inspiración al artista oriundo de Maturín, pero que tenía su taller en Alemania, fue la hija del Emperador de Prusia, con la cual mantuvo un secreto y tórrido amorío.
Esta indígena fue conocida por mucho tiempo como “La Muñeca”, apodo dado por el Benemérito, famoso por sus dones de Casanova. Los chismes no se hicieron esperar y a más de una mujer de la alta sociedad caraqueña le atribuían haber sido la modelo de tan atrevida estatua.
Según el famoso cronista de la ciudad, Caremis, Carlos Eduardo Misle, La India fue la primera mujer desnuda de Caracas, razón por la cual causó grandes revuelos, particularmente en una sociedad como la de entonces, donde el recato y el puritanismo era el pan de cada día.
Sola, intentando seguir incólume ante tanta desidia y deterioro, sin un amante que a la par de admirarla la consienta y le regale un cariño para que continúe bella, “La muñeca” permanece altiva, debatiéndose entre sortear el humo y las bocinas estridentes de los vehículos que la circundan y el amor de una Ciudad que la tiene olvidada.
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