

Por Maya Suárez / Foto #1 © Julio César Mesa
A simple vista, lo que llama la atención del proyecto Juan Pablo II es su fachada. Una vez superada la impresión por la dimensión del conjunto, altura y densidad de ocupación, la fachada resulta un complejo juego de muros, planos de bloque calado y antepechos.
Por Rosa Pereira Parece absurdo hacer esa pregunta; sin embargo es la que se me ocurre después de reflexionar detenidamente acerca de una modalidad presente, de unos meses…
Por Ángel Silva-Arenas Ciudad en Positivo Si asumiéramos positivamente el poder que tienen las palabras en nuestras vidas, seguramente nos detendríamos a pensar y reflexionar antes de decirlas.…
Por Ana Pieters
Diferentes religiones le rinden culto, algunas de ellas cambian su nombre para no utilizar los mismos del catolicismo y se le venera a lo largo y ancho de la tierra. La Virgen María es reconocida por ser la madre de Jesucristo, progenitora del Rey de Reyes; lo que ha valido infinidad de advocaciones alrededor del mundo.
Por Gloria Guzmán Con la presencia de 300 agrupaciones de Rock Félix Allueva, presidente de la organización del Festival Nuevas Bandas, confirmó que los días cuatro y cinco…
El Espacio Anna Frank, en el marco del Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto, invita a IN MEMORIAM 2017, con la presentación de Brundibar, ópera…
Por Levy Benshimol
La Candelaria es una de las 22 parroquias que conforman el Municipio Libertador del Distrito Capital. Posee 1,23 kilómetros, limita al norte con el parque nacional Waraira Repano, la Parroquia San Bernardino y la Parroquia San José, al sur con la Parroquia San Agustín, al este con la Parroquia El Recreo y al oeste con la Parroquia Catedral y la Parroquia San Bernardino.
Por Carlos Pou Ruan y Lucas Pou Ruan / Fotografías: Ricardo Fajardo y Rafael Fajardo Las claves arquitectónicas del hospital El lugar El lote donde se encuentra…
Por Gloria Guzmán El intérprete, con más de 60 años de carrera musical, dió su último concierto en la Hermandad Gallega El pasado 1º de Enero del 2017,…
Por Josmary Nascimento
Algunas personas pasan toda su vida buscando ese amor único e irrepetible que a veces nunca llega, incluso otras se convencen a sí mismas de que no existe. Pero, si llegan a encontrarlo ¿serían capaces de reconocerlo y dejarlo todo por seguirlo? Esa es la pregunta, con una dura respuesta, que deja Los Puentes de Madison, una película de 1995, dirigida por Clint Eastwood.
En una cocina de una granja de Iowa, Francesca ve pasar su cotidiana vida de ama de casa rodeada por su esposo y sus dos hijos. Pero una tarde, estando sola porque su familia había partido por unos días, su rutina cambia y aparece un hombre que estaba extraviado, Robert Kincaid, un fotógrafo de la revista National Geographic, que buscaba los famosos puentes cubiertos del condado Madison. Es ese encuentro con aquel hombre el que hará sacudir la tranquilidad de nuestra protagonista, modificando para siempre su destino.
En este film, Clint Eastwood se esmera en cuidar los detalles. Basada en el año de 1965, los Puentes de Madison transporta al espectador fácilmente a la época; el vestuario, la escenografía y los automóviles confluyen a la perfección. Los protagonistas, Meryl Streep y el mismo Eastwood, desarrollan una química en pantalla que desborda el deseo e incluso la frustración y tristeza de un amor desolador que no puede ser.
La cocina de Francesca toma parte importante en el desarrollo de la película, allí se conocen, se besan por primera vez, bailan con el jazz de Johnny Hartman, discuten, sueñan y se desilusionan. Es aquí donde ella se plantea la difícil decisión de dejar una existencia que no la satisface, que no la hace feliz, por la oportunidad que pocos tienen de encontrar el amor o como lo diría el mismo Robert: “este tipo de certidumbre llega tan solo una vez en la vida”.
Entre tantas películas de amor y desamor que rondan la cinematografía de Hollywood, los Puentes de Madison es un clásico que no se puede dejar pasar, una historia de un amor desventurado se podría decir o, quizás, para algunos, un amor que tuvo su momento, su inicio y su fin, para atesorarlo por el resto de los días. Sin duda alguna es una cinta que deja ver en un trasfondo -no tan oculto- el coraje y el valor que conlleva una decisión: el poder hacer lo que quieres, anhelas y te hace feliz o la aceptación de la moral de los otros, la cual te condena a vivir arrepentido. Definitivamente Clint Eastwood lo supo representar poderosamente bajo la lluvia, donde todos nos sujetamos a la manilla de un auto, sintiendo las ganas de salir corriendo y dejarlo todo para alcanzar la auténtica alegría sin mirar atrás.
Es una historia capaz de trascender en el tiempo, de permitirle al espectador sentirse identificado seguramente en algún momento de su vida, donde todo depende de una decisión, del aquí y el ahora; donde el arrepentimiento puede ser el causante de grandes tristezas y decepciones; donde el miedo al cambio puede hacer que nos quedemos congelados en el tiempo, sin sentir verdaderamente, sin tener el valor suficiente de cambiar nuestras vidas y alcanzar aquello con lo que siempre soñamos.
Por Irama Díaz @IramaDiazB Aosta, Italia Las vías del casco central son tan estrechas que uno se pregunta cómo se pueden desplazar los casi 130 mil habitantes de esa…
Una iniciativa formativa de Miguel Braceli, arquitecto y artista venezolano que ha desarrollado una investigación sobre las construcciones efímeras del paisaje, a partir de las relaciones entre territorio,…
Por Cody Weddle
Hace casi dos años y medio me encontraba en mi casa, ubicada en un pequeño pueblo en las Montañas Apalaches de Virginia, preparándome para realizar la gran mudanza que suponía trasladarme a Caracas, Venezuela.
Ya había vivido en Latinoamérica. Estudié como estudiante de intercambio en Quito, Ecuador y había visitado los países de Costa Rica, México y Colombia, con el sueño de algún día recorrer toda o casi toda la región, ya que pensaba que Venezuela era un país medio apartado de los demás y que quizás nunca llegaría a estas tierras.